LA CONTAMINACION atmosférica ya no es exclusividad de la Región Metropolitana. Hoy son varias las zonas urbanas declaradas como “saturadas por contaminación del aire”. Recientemente, el gobierno ha decretado alerta ambiental sanitaria para las ciudades de Chillán, Chillán Viejo, Los Angeles y Valdivia, todo ello como medida paliativa previa a la declaratoria de zona saturada y el desarrollo de un plan de descontaminación para cada una. Ciudades como Talca y Temuco, por ejemplo, ya están desarrollando sus planes.
La aparente similitud del cuadro de mala calidad del aire entre Santiago y ciudades del sur tiene diferencias. El gran factor contaminante en regiones no son autos ni industrias, sino las emisiones de la calefacción domiciliaria a leña. Cada familia en zona urbana del sur de Chile consume en promedio 12 metros cúbicos de leña al año. El daño provocado por esa práctica no sólo se limita a la emisión de material particulado a la atmósfera, sino también a la degradación del bosque nativo. ¿Es acaso la leña seca y la reconversión de calefactores la solución al problema?
Una arquitecta e investigadora que reside en Valdivia lleva estudiando el tema hace años, publicando sus escritos en prestigiosas revistas científicas de nivel mundial y exponiendo en congresos. Alejandra Schueftan ha acreditado con evidencia empírica que la medida más eficiente para dar solución al problema de la contaminación por combustión de leña es invertir en el reacondicionamiento térmico de las viviendas. Al eliminar las pérdidas de calor, y así el consumo de energía para calefaccionar, no sólo disminuyen los niveles de emisión de contaminantes, sino también se asegura que el efecto perdure en el tiempo, llevando los subsidios del Estado a la inversión y no a gasto corriente en compra de estufas o certificación de leña seca.
Una mejor aislación térmica de las viviendas permite disminuir hasta en un 65% las emisiones en comparación con una reducción de sólo un teórico 35% en el caso de la leña seca. Aun cuando se use leña seca, se produce contaminación por combustión incompleta, dado que la gente manipula “el tiro” de la estufa para que la leña dure más. Por otra parte, esto no evita que el consumo de leña, mayoritariamente de madera nativa, siga degradando el bosque.
La misma investigadora se encuentra ahora recolectando datos para fundamentar el mayor costo/eficiencia de invertir en aislación térmica y no gastar en leña. Sus conclusiones apuntan a que aumentando los estándares de eficiencia energética a niveles Ocde, se podría ahorrar hasta un 85% en consumo de combustible.
En palabras simples, el problema está en que queremos calefaccionar una pieza que tiene un “hoyo en un muro” sólo quemando leña en su interior. El sentido común dice que primero hay que “tapar el hoyo del muro” para que así casi no tengamos que quemar leña, permitiendo, incluso, cambiarse a una fuente de energía limpia dada la menor necesidad de calefacción. Simple.
Autor: Julio Poblete
Fuente: La Tercera